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LA IRA Y LA AGRESIVIDAD. EFECTOS EN NUESTRA VIDA

  1. La agresividad puede ser necesaria en situaciones de violencia para defendernos, pero, salvo que estemos en un entorno especialmente violento, en nuestra sociedad no suele estar justificada. La agresividad como estado frecuente está asociada a conflictos interpersonales con familia, compañeros de trabajo, empleados de comercio, otros conductores, etc. Se provoca nuevos conflictos y empeora los ya existentes.
  1. Las personas que experimentan frecuentemente ira suelen tener más problemas cardiovasculares, apoplejía y cáncer. Hay estudios que relacionan la agresividad con aumento de la mortalidad.
  1. La agresividad es vista e interpretada negativamente por los demás. Es probable caer mal cuando se es agresivo frecuentemente. Se pierden oportunidades y aumentan los conflictos familiares, laborales y sociales.
  1. La ira y agresividad puede contribuir a sentimientos de culpabilidad y disminuir la autoestima al comprobar las consecuencias negativas y el rechazo de los demás.
  1. Los sentimientos agresivos pueden conducir a insultos e incluso a agresiones a personas que supuestamente queremos (pareja, hijos, etc.).
  1. La agresividad está asociada a infracción de normas de tráficos u otras conductas que provoquen problemas legales.
  1. La agresividad puede contribuir a destrozos de objetos o incluso a daños al propio cuerpo (puñetazos a una puerta por ejemplo y consiguiente lesión en la mano).
  1. La agresividad conduce a la insatisfacción en el trabajo, disminuye la motivación y la productividad, aumentando la probabilidad de perder el trabajo.
  1. Existe evidencia científica que relaciona la agresividad con aumento de la ansiedad y con menor tolerancia al dolor.
  1. La agresividad puede llevar a asumir riesgos innecesarios o tomar peores decisiones en determinadas situaciones.
  1. Los sentimientos agresivos pueden incitar a aumentar el consumo de alcohol, drogas, comida compulsiva y otras adicciones.
  1. La agresividad disminuye nuestro pensamiento racional y a comportarnos de forma de la que luego nos arrepentiremos. 
  1. No es verdad que la agresividad expresada resulte mejor que la reprimida o autocontrolada porque además tiene consecuencias negativas. 

Si la ira domina nuestra vida nos dejaremos llevar por un malestar creciente que actúa como un círculo vicioso con consecuencias desagradables. La ira es el estado contrario a la relajación y la paz y cuanto más nos encontremos en él, peores consecuencias experimentaremos tanto interna como externamente.

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