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EMDR – DESENSIBILIZACIÓN Y REPROCESAMIENTO POR  MOVIMIENTOS OCULARES

EMDR es una terapia psicológica muy completa, centrada en las emociones,  pensamientos y sensaciones corporales asociados a los sucesos de nuestra vida que pueden estar influyendo en el malestar actual. La eficacia del tratamiento  y la relativa rapidez en la disminución de diversos síntomas hacen que EMDR sea el tratamiento de elección en muchos trastornos, especialmente los que aparecen tras experiencias perturbadoras o traumas.

PROBLEMAS QUE PUEDEN SER TRATADOS CON EMDR

  • ESTADOS DE ANSIEDAD
  • FOBIAS
  • INSEGURIDAD Y FALTA DE AUTOESTIMA
  • DEPENDENCIA EMOCIONAL
  • OBSESIONES Y COMPULSIONES, TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO
  • DEPRESIÓN
  • ALGUNAS ADICCIONES (TABACO, COMPRA COMPULSIVA, ADICCIÓN A MOVIL, INTERNET…)
  • TRASTORNOS ALIMENTARIOS
  • DISOCIACIÓN

EMDR Y ESTRÉS POSTRAUMÁTICO

 La palabra “trauma” significa herida o lesión, y desde el punto de vista psicológico nos referimos al dolor que causa la “herida emocional”, que al no “cicatrizar” o superarse, impide  el funcionamiento de la persona en su vida cotidiana, conseguir objetivos  o  llevar una vida plena..

Cuando estamos amenazados por un peligro emocional o físico, nuestro sistema nervioso está preparado para reaccionar de forma instintiva, activando todos nuestros recursos para protegernos o defendernos: la circulación de la sangre es dirigida a los órganos vitales, el corazón late más rápido, aumenta el ritmo de la respiración, los músculos se tensan,  se agudiza un estado psicológico de alerta, etc.

Una vez que el peligro ha pasado, este sistema de alerta deja de funcionar y vuelve a la normalidad. Pero cuando una experiencia que puede implicar dolor, vergüenza, miedo, horror o pánico, resulta  desbordante por su intensidad, puede ocurrir que el sistema nervioso no esté en condiciones de reaccionar adecuadamente; si éste se mantiene en estado de alerta permanente, cualquier estímulo que recuerde el hecho traumático puede desencadenar  la reacción antigua, como si estuviera defendiéndose de aquella situación. La persona puede quedar bloqueada, paralizada, indefensa, o por el contrario, experimentar estados intensos de miedo, ira, tristeza…

Algunas experiencias traumáticas pueden ser altamente desestabilizantes para cualquier persona porque amenazan su integridad física (atentados, catástrofes naturales, violencia doméstica o labroral…). Estas vivencias suelen estar en el origen del trastorno de estrés postraumático y es lo que en EMDR denominamos traumas “T”; otras son dolorosas porque amenazan nuestra autoestima y confianza en nosotros mismos, en los demás o en el futuro. En estos casos, no peligra nuestro bienestar físico, pero sí el emocional. Estos serían los traumas “t”, aparentemente menos graves, pero que a la larga pueden ser muy incapacitantes. El daño no se mide por la gravedad del suceso sino por los efectos que causa. Incluso viviendo el mismo suceso, no todas las personas padecen estrés postraumático; la capacidad de adaptación y resistencia depende de factores como rasgos de personalidad,  experiencias tempranas,  creencias sobre uno mismo, e incluso detalles de la experiencia traumática que pueden ser muy sutiles pero determinantes en la reacción emocional.

La mayoría de los sucesos desagradables pueden llegar a superarse en un tiempo razonable que varía según el impacto que tiene en nuestras vidas; nuestra mente procesa esos sucesos, adaptándose a la nueva situación, y lo que en un principio es muy doloroso y bloqueante, se va “digiriendo” y aceptando. Hablar y compartir los sentimientos con alguien de confianza, pensar acerca de ello, o tener sueños, son  formas naturales de procesar esas experiencias, Sin embargo, puede ocurrir que nuestra mente se bloquee o tarde demasiado tiempo en adaptarse porque nos sentimos extremadamente vulnerables y sin recursos, porque nos faltan apoyos o la experiencia nos desborda.

EL ORIGEN DE EMDR

En 1987, la psicóloga norteamericana e investigadora del Mental Research Institute de Palo Alto, California, Francine Shapiro, observó que los movimientos oculares en ciertas condiciones pueden reducir la intensidad de los pensamientos irracionales y perturbadores. Esto fue el principio del desarrollo de este método terapéutico que utiliza la estimulación bilateral (visual, auditiva o kinestésica) para procesar los recuerdos traumáticos, cambiar creencias autolimitantes y desensibilizar emociones y sensaciones negativas. Incluir en la terapia el enfoque integrativo EMDR supone atender a todos los elementos de las experiencias desagradables, que junto a la estimulación bilateral parece facilitar la conexión entre los dos hemisferios cerebrales, logrando la disminución de la carga emocional. Es como si nuestro cerebro funcionara más eficazmente, encontrando las asociaciones que hicimos en su momento y  que nos diéramos cuenta no sólo racionalmente, sino también con las sensciones físicas y emocionales. En una sesión de EMDR suele haber una conciencia más lúcida y es frecuente que se produzcan revelaciones. Este darse cuenta, que en inglés se denomina “insight” es lo que nos capacita para corregir las actitudes, creencias y conductas que nos causan problemas y sustituirlas por otras más eficaces y adaptativas, facilitando la curación emocional.

 

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